sábado, 3 de octubre de 2020

 


 

Ámame, como te amas a ti mismo.

 

Decir que el Coronavirus tiene algo de positivo, tal vez podría resultar un insulto a la memoria e inteligencia de cualquier ser humano. ¿Pero qué tal, si pensamos en la lección de vida que experimentamos cotidianamente en cuanto a relaciones interpersonales? Porque es evidente, que la pandemia nos impuso un compás de espera, para que reflexionemos en algunas áreas de nuestras vidas, que tal vez no estaban tan bien edificadas como pensábamos o parecían.
Por ejemplo, se de muchas personas que sufrían porque “san trabajo” no les dejaba espacio para NADA, mucho menos para compartir con la familia y hacerlo con la calidad y  tiempo requerido. ¿Pues ahora a quien le vas a echar la culpa por tu falta de dedicación al núcleo de la sociedad? Dime a quien…   
¿Hay algo más importante en esta vida que no sea la familia?... esa familia por la cual  te partes  el lomo trabajando para que no les falte “nada”. ¡Y al final…siempre le faltabas tú!
Por eso, considero que este es un buen momento para tomar el volante y recuperar no solo el tiempo perdido, sino también a tu pareja, si es que no la perdiste antes.
En estos siete meses de aislamiento social, muchas personas descubrieron a través de la convivencia que tan frágil estaba su relación de pareja y otros, simplemente la  fortalecieron. No son pocos los que han visto salir  la tolerancia por la puerta y el amor fugarse por una ventana debido a la fragilidad antes mencionada.           
La vulnerabilidad de la raza humana quedo al desnudo cuando la pandemia nos puso en jaque sin importarle la condición social, económica, ideológica, religiosa ni sentimental del individuo, todos somos candidatos al contagio: ¡incluso el presidente de los Estados Unidos!
Aun  tomando las medidas de prevención para evitarlo, tal vez resultando ser el desafío más complejo que deba enfrentar y resolver la humanidad en lo que ha trascurrido del siglo XXI.
Un número considerable de personas ya siente las consecuencias psicológicas que produce el aislamiento involuntario al cual hemos estamos sometidos (el ser humano es un animal de costumbre), por eso, nos aferramos inconscientemente a las actividades que cotidianamente realizamos  como: trabajar, estudiar, participar en  eventos culturales y religiosos como parte de un statu social.
El  Covid-19 no solo ha dañado severamente la economía a nivel mundial, sino también la filosofía de vida de  muchos seres humanos.
 Además, puso de relieve lo mejor y  lo peor de los humanos,  así como su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades post- Covid  y resalto la  destreza de algunos gobernantes para aminorar el índice de muerte  por esta terrible pandemia.   
Los aplausos, que  como muestra de agradecimiento le tributan los pacientes potenciales (el pueblo) al personal de las diversas entidades por su labor altruista, realizadas al precio de arriesgar  sus vidas y la de sus seres queridos para salvar vidas ajenas, considero que no son suficiente, ellos merecen más. Merecen sobre todas las cosas, el respeto de la humanidad toda, para que sus esfuerzos cotidianos no sean en vano.
Todavía se puede observar en las calles la irresponsabilidad ciudadana de algunas personas, quienes reúsan el uso de mascarillas o el distanciamiento social en áreas públicas, donde las posibilidades de contagio se multiplican y ponen en riesgo la salud de muchas personas incluyendo a los familiares de los propios infractores. Tal vez,  porque muchos o ninguno de ellos, han tenido que atravesar por la desagradable experiencia de perder a un ser querido a causa de la pandemia. 
Transcurrido casi un año de los casos registrado en china, aún la humanidad no cuenta con una vacuna para disminuir la cadena de contagios, pero si con mucha información acerca de cómo protegernos a nosotros y proteger a los nuestros, simplemente utilizando la auto prevención.
 Por eso te pido que te cuides…es más, te lo exijo,  para que me ames, como te amas a ti mismo.                    
  Autora. Carmen Tamara