¿Por qué debemos perdonar y hasta donde nos hace bien
hacerlo desde el corazón?
Porque el rencor y el odio son como el ácido, que destruye hasta
el recipiente que lo contiene.
Desgraciadamente, los
seres humanos tenemos baja tolerancia al perdón. Deberíamos poner en práctica
todos los días de nuestras vidas, la acción de perdonar a nuestros deudores,
para que así el Padre tenga misericordia de nosotros y perdone nuestras deudas.
¿Cuantas veces usted ha suplicado a alguien que le perdone y
le ha perdonado?
Tal vez han sido muchas, ¿verdad? Es que a los seres humanos
nos gusta que tengan misericordia para con nosotros por nuestras malas
acciones, pero nos cuesta el doble ser misericordioso con los demás.
Es bueno destacar el
pasaje bíblico donde Pedro, uno de los discípulos de Jesús le pregunta:
“Señor, ¿cuantas veces perdonaré a un hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?”
A lo que Jesús respondió: “no digo hasta siete, sino aún hasta setenta
veces siete” (Mateo 18: 21, 22).
Creo que el mensaje de Jesús es fuerte y claro, válido no
solo para los cristianos, sino también para aquellas personas que pretendan
entrenar la misericordia como escudo contra
los desmanes del ego.
Y en el caso particular de los cristianos, debería ser una
acción a cumplir hasta el último día de nuestras vidas, aunque a veces lo
olvidamos y terminamos haciendo lo contrario.
Nos congregamos de acuerdo a la fe cristiana que profesamos;
escudriñamos en la Palabra hasta la saciedad….Damos, y escuchamos sermones “acerca de”…
Pero casi nunca cumplimos con lo que dice la Palabra acerca de
la misericordia. Dejamos siempre que el ego hable más alto, y a veces nos
cuesta trabajo perdonar hasta nuestros hermanos en la fe. ¡ Que podrían esperar
entonces aquellos que no lo son!.
Cuando Jesús estaba a punto de morir agonizando en la cruz,
alcanzó a decir: “Padre perdónalos, pues ellos no saben lo que hacen”. En ese instante, Jesús estaba clamando por la
misericordia de su padre para con sus verdugos; no existe un ejemplo de amor
más evidente, que pudiera describir la misericordia que sentía Jesús hacia el prójimo.
Pero quizás usted piense: ¡Ese era Jesús, pero yo me llamo fulano (a) de tal!…
Bueno, no importa
cuál sea su nombre. Solo le digo que practicar el perdón es un acto de amor no
solo hacia el prójimo, sino hacia nosotros mismos, porque cuando usted entrega,
recibe y ese intercambio se convierte en un bumerán.
AMEN.
ResponderBorrar