Voy a comenzar este post, con un fragmento del texto de la canción que
da título a la película ¨El día que me quieras¨, con el
objetivo de utilizarlo como telón de fondo para presentar el tema que a
continuación vamos tratar en el artículo de hoy: Las promesas y sus consecuencias positivas o negativas.
Dice el
texto de la canción:
El día que
me quieras,
la rosa que
engalana,
se vestirá
de fiesta,
con su mejor color.
Y al viento
las campanas,
dirán que
ya eres mía,
y locas las
fontanas,
se contarán su amor.
Esta canción completa es preciosa, sobre todo por su línea melódica y
las imágenes poéticas que nos trasmite el texto. Evidentemente, se trata de una
promesa de amor en su totalidad, que cualquiera
de nosotros podríamos hacer o recibir.
Nuevamente vuelvo a retomar la
figura del gran cantor argentino Carlos Gardel, con el fragmento de la canción
que mostré; ya lo hice recientemente en uno de los últimos artículos que
publiqué y creo que en ambas ocasiones, valió la pena hacerlo.
Volviendo al tema que nos
ocupa, se me ocurre hacerle una pregunta:
¿Cómo cree usted que se sentiría una
persona que confió en alguien, que
no pudo cumplir lo que prometió?
Desgraciadamente, las promesas
no cumplidas ponen en la cuerda floja la confianza que los demás han depositado
en nosotros. Por tanto, es mejor que no
prometas y no que prometas y no cumplas, no dejes que tu boca te haga pecar.
Por eso, es importante que las promesas que hagamos, estén dentro de
nuestras posibilidades reales, así estaríamos más cerca de cumplirlas.
Miren, les cuento. Hace un par de años, yo comencé a salir con un
enamorado, el cual parecía ser el ¨hombre ideal¨, incluso para el gusto de una
mujer exigente.
Aquel hombre, aparentemente
caballeroso, guapo y lleno de detalles, me prometió además de la luna, todas las estrellas que existen en el
firmamento. Que él me haría la mujer más feliz, que madre haya traído a este
mundo. ¡Realmente eso suena muy bien
a los oídos de cualquier fémina! ¿O me
equivoco? ¿Qué dicen las mujeres?
¡Amigos, les soy sincera, casi que le creo! Ya que todo parecía estar perfecto tal como él
lo dibujaba. Pero el tiempo se encarga de ponerlo todo en su lugar y así fue
que la verdad salió a flote, porque la mentira tiene piernas cortas.
Lo único que era cierto en todo lo que me prometió
ese caballero, es que juntos comenzaríamos a escribir un libro que solo uno de
los dos terminaría, y así fue. Todo lo demás,
incluyendo hasta su propio nombre de pila fue ¨Lo que el Viento se llevó¨.
Las personas como este señor, que comenten errores de tal magnitud
porque prometen lo que no pueden cumplir, además de necesitar ayuda psicológica,
penosamente son dignos de lastima, ya que piensan que son más importantes ante
la mirada de los demás construyendo castillos de arena que el paso del tiempo puede
desmoronar con facilidad.
¿Por qué comprometerme
con todo lo que me piden?
Pienso que una persona sensata sabe decir NO en el momento apropiado,
ya con esa actitud, estará
protegiendo su imagen de las huellas de carácter emocional o espiritual, que
ocasionan en los demás las promesas incumplidas o deshechas. Sucede, que cumplir
lo prometido se puede ver afectado por asuntos ajenos a nuestra voluntad, pero
de igual modo, podríamos ser juzgados.
Si en el terreno laboral, su jefe le promete algo relacionado con un ascenso
a un puesto superior o un aumento salarial por el buen desempeño de su trabajo y
no lo cumple, no solo está violando un procedimiento legal respecto a algo que
tal vez a usted, le pertenece por derecho propio. También está poniendo en riego
su capacidad de liderazgo y el respeto que le deben los subordinados. Y eso
es una mala señal para ambas partes.
Ya que usted dejará de confiar en su jefe y si él se respeta lo
suficiente, de seguro se sentirá fatal al
ver su palabra en tela de juicio.
En el área de los sentimientos
y me refiero a las relaciones interpersonales, también debemos ser cuidadosos y sobre todo realistas con las promesas que
hagamos, Y esto es válido tanto para quien la hace como para quien la recibe.
Y lo digo, porque a veces comenzamos una relación amorosa con alguien que
al principio nos resulta muy apasionada. Al sentirnos a gusto con el beneficio
espiritual que nos proporciona, hacemos promesas que después no podemos cumplir. Porque olvidamos
que las pasiones son como las flores, que viven solamente una alborada. Es
decir, que pueden apagarse en cualquier momento y no encenderse nunca más.
Entonces pregunto: ¿Qué hacemos con los pedazos deshechos de los
sentimientos mutilados de esa persona, a
la cual le prometimos y no le pudimos
cumplir por entero? ¿Y cómo queda nuestra imagen después de esa decepción?
Es muy complejo responder esa pregunta con exactitud, ya que depende
de muchos factores.
Supongamos el siguiente ejemplo: Un padre le promete a su hijo que le
va a regalar unas vacaciones en un lugar especial si el joven obtiene
calificaciones de excelente como
estudiante. Pero ese padre, que siempre ha cumplido con todo lo que ha prometido
a ese hijo, esta vez, se ve imposibilitado porque se ha quedado sin empleo y
por esa razón, no puede asumir el costo del viaje.
Hay dos factores aquí que debemos tener en cuenta:
a) ¿Cómo se sentirá el padre con esta situación?
b) ¿Cuál sería la reacción
emocional de ese hijo que se esforzó tanto, para al final, no obtener el premio
que su padre le prometió? ¿Qué piensa usted?
Yo soy madre y creo que
responder a esas preguntas puede resultar tan difícil, como determinar la cifra
exacta de operaciones numéricas que se pueden realizar en una calculadora, ya
que cada persona es un mundo.
Si la relación entre ellos es excelente, de seguro que la imagen de
ese padre no se va a desvalorizar ante su hijo por no cumplir en esa ocasión con
la promesa, pues nunca antes le falló y más, si ese hijo no es una persona
egoísta. ¡Pero bien que podría resultar lo contrario!
Felizmente, en casos similares al ejemplo mostrado, las promesas no cumplidas no tienen por qué
establecer una dicotomía en las relaciones interpersonales.
En mi humilde opinión, no existe mejor receta que disfrutar el presente junto a las personas que amamos, sin dejar nada
en el pasado, ni tampoco promesas (a corto o a largo plazo) para el futuro. ¡Pues
si no hay promesas, tampoco hay reclamos!
Debemos estar conscientes que
todo en esta vida tiene fecha de vencimiento y por esa razón, no debemos
aferrarnos como un salvoconducto a la eternidad, a nada, ni a nadie. El tiempo,
señores, es el metrónomo perfecto para medir las acciones relacionadas con
nuestra vida cotidiana.
Desconfianza
y Promesas.
¡Atención a todos los padres! Hay que ser muy cuidadosos con las
consecuencias que podrían traer la disolución de la pareja y como esto afectaría los vínculos con nuestros
hijos, en especial en relación con las promesas que les hagamos y las
posibilidades reales de cumplirlas.
Hay muchos hombres que al formar otra familia tienden a olvidar los
deberes contraídos con los demás hijos
nacidos de relaciones anteriores, no cumpliendo adecuadamente con su función, al
extremo de poner en riesgo el amor y su credibilidad como padres.
De tal manera, las promesas incumplidas a los hijos, generarán en ellos
desconfianza hacia sus progenitores. Esta podría manifestarse incluso como
conductas inadecuadas cuando en algún momento le advirtiésemos seriamente sobre
determinados asuntos relacionados con valores morales o patrones a seguir, pues
no confiarían en nosotros.
Es muy importante que prediquemos con el ejemplo para crear
confianza, para que no se cumpla ese viejo refrán que dice: ¨haz
lo que yo digo y no hagas lo que yo hago¨.
Y eso es lo que pasa cuando exigimos
a alguien lo que no somos capaces de hacer. Creo que deberíamos como padres,
ser un evangelio vivo para nuestros hijos, y así, estaríamos garantizando el
respeto que nos deben como adultos que somos.
Las personas mayores al igual que los niños, necesitan sentirse
seguros, por eso es de vital importancia la confianza que le debemos brindar
para su estabilidad emocional, sobre todo, cuando les hagamos promesas.
Me gustaría concluir este post con una cita de Aristóteles que dice: ¨Las
virtudes más grandes son aquellas que más utilidad reportan a las otras
personas¨.
Lo invito a que usted, que junto conmigo, reflexionemos y seamos portadores
de esas utilidades, ya que resultan necesarias
sobre todo en estos tiempos, donde preservar la especie humana debe ser el
objetivo primario de cada persona que habita este mundo.
Gracias
Carmen Tamara