Hace un año aproximadamente, publiqué en
mi blog “50ymasvida”, un artículo sobre la discapacidad física, para
llamar la atención sobre este asunto.
En esta ocasión, quisiera
compartir con ustedes dos historias a cuyos protagonistas la vida les
quitó algo; a Eladio Reyes Árias, la vista y a Laritza Caridad Valdés,
la posibilidad de andar con sus dos piernas, dejándole como opción una
silla de ruedas.
En una de las tantas paradas, que hace el ómnibus
de mi trabajo para recoger al personal, un día me percaté de la
presencia de una joven discapacitada, quien acompañada de una señora y
su silla de ruedas, siempre abordaba el transporte en el mismo lugar.
Con el tiempo supe su nombre: Laritza Caridad Valdés y se acaba de
graduar como ingeniera en la Universidad de las Ciencias Informáticas.
Mirando algunas fotos en Facebook sobre el acontecimiento de su
graduación, me surgió la idea de escribir un post, para destacar algunos
aspectos de la vida de esta joven TRIUNFADORA, pero al no tener vínculo
con ella, no contaba con la información necesaria.
Pero sì conocía a
uno de los jóvenes que aparecía en las fotos y por casualidad, estaba
conectado en Facebook justo en el momento en que la idea revoloteaba en
mi cabeza.
Entonces, entre otras cosas, le pregunte a Luis Daniel:
-¿Qué tanto conoces a Laritza? Es que me gustaría escribir un artículo sobre ella.
Sin titubear me respondió:
-¡Me parece genial, porque además de ser una buena estudiante, es UNA
EXCELENTE PERSONA! Dime que quieres saber - me preguntó entusiamado..
Entonces me sentí afortunada como bloguera, porque no siempre se tiene
la oportunidad de escribir “algo,” sobre individuos que además de ser
TRIUNFADORES, también son ESPECIALES. Y más, si son capaces de aprobar
la iniciativa de que alguien desconocido escriba acerca de sus vidas y
en agradecimiento, te den las gracias por adelantado con una sonrisa en
el rostro y mucha humildad en la mirada, como lo hizo Laritza.
Según
me comentó su mamá, la cual tuvo que renunciar a su profesión como
Licenciada en Enfermería para dedicarse por entero a la carrera de su
hija (la señora que la acompañaba en el ómnibus), Laritza después de
terminar el técnico medio en informática, decidió prepararse para subir
un peldaño màs alto: hacer las pruebas de ingreso para entrar a la
universidad. Para ella, su limitaciones físicas no podían convertirse
en una barrera intelectual.
¡Bravo Laritza, esa es la actitud!
Por eso su vida como estudiante fue muy similar a la de cualquier otro
joven, ya que participó en todas las actividades que le fueron posible.
Se destacó mayormente en el campo de las artes, sobre todo en la
literatura y los audiovisuales, obteniendo premios en los festivales de
la FEU y el reconocimiento más importante que otorga la universidad, el
Premio Mella.
Gracias al empeño y dedicación de Maritza Martínez
(madre de Laritza), su hija ha podido vencer los retos que la vida le
ha puesto por delante, convirtiéndose en un ejemplo de fortaleza interna
para todos quienes la conocen.
Estoy convencida que en muy poco
tiempo, el nombre de Laritza Caridad Valdés será un referente. No solo
para jóvenes con alguna discapacidad física, sino también como ya lo es,
para muchas personas capacitadas físicamente que deseamos realizar
algún sueño.
Ahora hablemos de Eladio Reyes Árias.
A Eladio lo
conocí en una ruta 98, hace más de treinta años. Ese día yo andaba muy
enojada, por un asunto relacionado con el trabajo. Cuando subí al
ómnibus, él estaba sentado en uno de los dos primeros asientos pegados a
la puerta de subida.
Al pasar aproximadamente dos paradas, la
persona que estaba a su lado se paró y yo me senté, sin fijarme siquiera
quien viajaba a mi lado.
A los pocos minutos sentí algo rozando mi pierna, entonces giré la cabeza hacia mi derecha y lo vi.
No recuerdo que fue lo que dije, ¡pero como estaba tan molesta, me imagino que no debì ser nada agradable!
Un tanto apenado, me pidió disculpas y acomodó mejor su “maletica” (lo
que había rozado mi pierna) e intencionalmente, mostró su bastón para
que yo me diera cuenta de su discapacidad visual y relajar un poco las
tensiones por las molestias ocasionadas.
Entonces fui yo quien se
sintió apenada y le pedí que me dejara llevar sobre mis piernas la
mochila que cargaba, además de su máquina Braille: ¡su fiel compañera
hasta los últimos días de su vida!
Como Eladio era un EXCELENTE
COMUNICADOR, comenzó a llamar mi atención hablándome de temas que él
suponía que para mí, eran interesantes como artista.
Una vez pasado
el Hospital Amejeiras se bajó del omnibus. Llevándose con él, además
de mi malestar y mi enojo, mi nombre, teléfono, y dirección particular.
¡Nada, que realmente entre otras cosas, siempre fue un hombre muy astuto en asuntos de mujeres!
Así fue que comenzó mi relación sentimental con el primer débil visual, graduado de Teatrología en América Latina.
Eladio, además de teatrólogo, fue escritor. Pero también, fotógrafo,
pintor y todo lo demás que las personas que le conocieron saben de él.
En fin, UN ARTISTA CON MAYÙSCULAS…
En lo particular, puedo decir que
para mí fue casi un maestro espiritual; por todas las cosas importantes
que me enseñó y aprendí a su lado. Por eso creo no bastaría con
escribir un artículo para agradecerle…aún seguiría estando en deuda con
él.
Los que tuvimos el privilegio de conocerlo personalmente,
sabemos que fue una persona MUY VALIENTE en todos los sentidos. Porque
debido a su discapacidad, no sólo tuvo que lidiar con las barreras
arquitectónicas que el hombre “capacitado” construye, sino también con
la falta de sensibilidad de algunas personas aparentemente
“capacitadas…”
Recuerdo que un día sentados en el muro del Malecón,
yo le estaba dictando una de las escenas de la obra ¨Aquí el G2 soy
yo¨, de Gerardo Fernández, para que él lo escribiera en su máquina
Braille, puesto que al siguiente dìa, debía impartir un taller de
teatro…
Al parecer, alguien cercano a nosotros malinterpretó aquella
situación y llamó a la policía, argumentando que estábamos trasmitiendo
mensajes y códigos para los Estados Unidos y un sinfín de disparates
que prefiero no recordar.
De repente, vimos llegar a ¨la niña de los
ojos azules¨, como popularmente le decían al patrullero en la década
de los 80, sin imaginar que venían por nosotros .
Como era de
esperar, nos pidieron el carnet de identidad; eso sí, en buena forma,
esa es la verdad. A continuación uno de los policías le preguntó a
Eladio:
-¿Ese aparato que cosa es?- refiriéndose a la maquina Braille..
-¿Qué tú crees? - Le respondió Eladio con una sonrisa en el rostro.
-¡No sé… y no te me hagas el gracioso; porque aquí el que hace las preguntas soy yo!
-respondió el policía un tanto enojado.
Entonces, antes que la situación se saliera de control, traté de
persuadir al policía mostrándole el guión para que viera que se trataba
en verdad de una obra de teatro.
Además, le expliqué por qué se lo
estaba leyendo y con una seña le dejè entrever su discapacidad visual, a
lo cual hizo caso omiso; todo parece indicar que no me creyó…
Fin de la historia: nos montaron en ´la niña de los ojos azules´ y fuimos a parar a la estación de policía.
Eladio como profesor y teatrista al fin, supo convertir aquel incidente
tan desagradable, por lo menos para mí, en un acontecimiento sin
precedente.
El oficial que estaba de guardia le preguntó al carpeta:
-¿Esta gente porque están aquí?
-¡Porque supuestamente estaban trasmitiendo mensajes subversivos con un aparato raro en el Malecón! -respondió el agente.
El oficial, que parecía ser una persona instruida, nos pidió con mucha
gentileza que entráramos a su oficina para explicar el incidente, y
sobre todas las cosas, para que le mostrásemos el supuesto “aparato de
trasmisión”.
Señores, cuando el oficial vio la máquina Braille y el
guión de una de las obras tantas veces trasmitida por la televisión
cubana de aquellos años, por lo general casi todas con temáticas
similares, a aquel hombre le subían los colores a la cara, por la falta
de TACTO de los policías que no supieron diferenciar una máquina Braille
de un equipo de transmisión.
Eladio siempre decía que el TEATRO ERA
VIDA. Por eso sintió la necesidad de convertir la VIDA EN TEATRO cuando
le pidió al oficial, que llamara a la oficina a los agentes que nos
habían conducido a la estación, con el objetivo de mostrarles y
explicarle que es y para que se utiliza, una máquina Braille como si se
tratese de dos chiqulines. Además, los invitó y comprometió a
participar en los talleres de teatro cubano que impartía .
Así de espontáneo era Eladio Reyes Árias. Y así también fuimos exonerados de un delito, el cual nunca habíamos cometido.
Debo destacar que los agentes nos pidieron disculpas y como recompensa,
nos regresaron nuevamente al Malecón en “ la niña de los ojos azules ”.
En febrero del 2009, Eladio falleció y yo me enteré tres años después por el Canal Habana.
Aunque ya para esa fecha habíamos perdido comunicación por esas cosas de la vida, la noticia me entristeció.
Al tratar de buscar infrormación en internet acerca de su muerte,
encontré muchas cosas que no sabía, sobre todo, lo referente a su
realización profesional. Entonces me sentí aliviada y sobre todas las
cosas, recorfortada, al saber que la gran mayoría de sus anhelos los
realizò como un sueño cumplido, aunque su partida haya sido temprana.
Carmen Tamara